jueves, 1 de noviembre de 2012

El chato

En mis tiempos ser chato era un defecto. Es cierto que ser narigudo tampoco era ninguna ganga. Pero un ser humano (casi) sin nariz eran una gran desgracia para un varón y un apocalipsis para una mujer. Así las cosas un verdulero valenciano presume de un minúsculo apéndice nasal y de estupendas naranjas, uvas y alcachofas. El negocio es el negocio.