lunes, 8 de abril de 2024

La muerte

 Acabo de releer Historia de la muerte en Occidente de Philippe Ariès en una magnifica edición de Acantilado. La obra son una colección de artículos. Desde luego son muy elaborados sus estudios de la Edad Media y de lav Edad Moderna. Pero quisiera destacar sus valoraciones sobre el tema ya en el siglo XX y especialmente en los años 60 y 70 del siglo XX. Son comentarios en tiempo real. Más sociológicas y  peridisticos. Pero muy jugosos. Cuando leí este libro por vez primera tenía 42. Ahora voy a cumplir 66. Inexorablemente veo mucho  más cerca la enfermedad y la muerte. Pero todavía me cuesta ponerme en el lugar de los moribundos que describe Ariès. Parece que nos han robado morir con cierta dignidad. Pero por otrav parte encuentro dificil hablar de la muerte con personas de mi edad. Si hablas del tema te conviertes en un cenizo.

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sábado, 6 de abril de 2024

Cómo morimos

 Sherwin B. Nuland (1993, 1997): Cómo morimos. Alianza editorial.

Te haces mayor y se muplican las visitas a tanatorios, cementerios y hospitales dónde debemos dar el último adiós a familiares y amigos.

Leí este libro cuando se publicó en castellano en 1997. Con treinta y tantos años se mira de manera muy diferente al dolor, la enfermedad y la muerte. Ahora todo es muy distinto. En cualquier momento debemos afrontar una enfermedad muy grave y más pronto que tarde deberemos despedirnos de este valle de lágrimas. Recomiendo encarecidamente su lectura. Y trataré de buscar información actualizada.



martes, 2 de abril de 2024

El pensamiento cautivo

He pasado estos días lluviosos releyendo a Czeslaw Milosz: El pensamiento cautivo y Abecedario. En el primero ajusta las cuentas con el estalinismo. En el segundo trata de ordenar alfabéticamente sus recuerdos. 

Leí por primera vez el pensamiento cautivo en los años ochenta del siglo pasado. En plena transición demacrática, con la URSS vivita y coleando y con demasiados recuerdos infantiles del franquismo.  Abecedario lo leí cuando se publicó en 1997.

Estoy seguro que los libros me agradecen quitarles el polvo, manosearlos, subrrayarlos y acariciarlos. Yo también me siento mejor por evocar tiempos en que la sequía no era un problema tan grave, por revisar mis conocimientos sobre el estalinismo y por pillarle algunas ideas a Milosz para escribir textos autobiográfico.