He leído con mucho interés el libro de Rodrigo Rivas, Fotografía con móviles, editorial Anaya (2020) y que los lectores de Ciudad Meridiana pueden consultar en la biblioteca del barrio.
Mi niñez era en blanco y negro, salvo algunas fotos coloreadas del álbum familiar y las fotos de mi tío José Martínez que vivía en Francia y venía a Barcelona de vez en cuando. José se pasó al color mediados de los años 60. En eso también estaban adelantados los franceses. Mi juventud fue también en blanco y negro. Pero para revelar y positivar en una ampliadora Opemus 5 las fotos que tomaba con una Canon A1. Más tarde llegó el color y cumplidos los 40 la fotografía digital. Cuando tenía medio dominado el formato digital surgieron los smartphones con cámara y vuelta a empezar. Por eso son útiles libros como el de Rivas. El autor cuenta con la colaboración de diversos especialistas. Muchos de los cuales por su juventud se ahorraron mi etapa fotoquímica y mis males de cabeza con las primeras cámaras digitales. A nivel popular la fotografía con móvil arrasa. Pero hay que estudiar libros como este para poder desenvolverse. Los de apretar el botón de George Estman no es suficiente. Pero sospecho que esta entrada tendrá muy pocos lectores y mucho menos seguidores. Lástima.