Trate
de evitar el problema visitando la
exposición en otra ocasión. Las exposiciones suelen durar semanas. Cualquier otro
día estará más solo que la una. Todavía mejor es no ir. Seguro que se lo pasa
mejor tomando un aperitivo con sus
amiguetes, dejándose aconsejar por su cuñado o siguiendo nuestra inquietante actualidad
por televisión, la radio, la prensa o internet.
Pero
si por su mala cabeza asiste trate de aparentar interés y hasta entusiasmo,
salude con efusión a los asistentes, devoré con avidez los canapés, póngase
tibio de vino y cerveza y no deje escapar la copa de capa si la ponen. Pregunte
donde está el cuarto de baño y aléjese con decisión y sigilo de esa exposición
fotográfica que nunca debería haber visitado.