Cada vez necesito más sonreir. Para contrarestar la dureza de los informativos necesito ver algún programa de humor aunque no sea muy bueno. Más difícil es quitarse la amargura de la vida cotidiana. Haciendo el amor consigo, entre otras cosas, sonreir de oreja a oreja. Sobre todo cuando estoy acariciando a mi pareja. También sonrió cuando gano una partida de ajedrez. Pero en general no tengo demasiados motivos para dejar de poner cara de patata arrugada. Las cosas son como son. En cualquier cosa acepto sus consejos.