domingo, 7 de noviembre de 2010

El Papa en Barcelona




Hay dias que no te puedes ni quedar en casa ni marcharte de excursión. La visita de Benedicto XVI merecía un recorrido urbano pausado y riguroso. Desayuné unas tortitas mejicanas de maiz con jamón de pavo, mermelada de limón inglesa, queso fresco y coco rallado. Un te blanco con limón me ayudó a digerirlo todo. Salí de casa hacia las 10 de la mañana con un blog de notas, varios bolis, caramelos, el móvil y una Minolta Dimage 7i. La cámara es un antiquísimo artilugio digital de 2002 de 5 megapixels que de vez en cuando saco a pasear. Consume pilas a tope y se calienta que da gusto. Pero su objetivo 28-200mm. es una maravilla y sus 5 megapixels son suficientes para este blog y para otras muchas cosas. A las 4 fotos me indicó batería baja. La cámara del móvil entró en acción.

La idea era hacer un recorrido a pie desde Fabra i Puig/ Meridiana hasta Plaza Catalunya. Evitando el foco del evento papal para no empacharme de un misticismo y de una aversión a las multitudes que a mis años me podía sentar fatal. En el Clot ví el primer cartel antipapal. Al llegar a la Plaza de Toros (de momento) Monumental observé una gran concentración de fieles, policias de todo tipo, periodistas, curiosos y descreidos. Una gran pantalla de video transmitía el acto de la Sagrada Familia ante la mirada respetuosa de un público mayoritariamente juvenil. Los balcones estaban decorados con banderas catalanas, papales y alguna española. Había muchos carteles críticos. Trataban sobretodo de la pederastia y de los preservativos.

Continué por la calle Diputación dónde vi la mayor concentración de Mossos de toda mi vida. Aquello era todo un espectáculo. La ciudad parecía (y estaba tomada) tomada.En Via Laietana el paso estaba cortado a cal y canto. Un amable guardia urbano me indicó un paso subterráneo por la calle Caspe.

En Gran Vía/Paseo de Gracia la CNT daba un miting antipapal. Los anarquistas pusieron el dedo en la llaga con el tema de la pederastia y otras debilidades de la Iglesia Católica. Sus carteles eran muy incisivos. Por desgracia eligieron una locutora un tanto histriónica y con un inquietante parecido a Carmen de Mairena. Estaba de acuerdo en muchos de sus planteamientos. Pero la madurez me hace ver su lenguaje provocador algo infantil y trasnochado. Un perturvador número de antidisturbios "protegía" en acto y disuadía a los asistentes a mezclarse con los papistas. La religión no es lo mío. Pero creo que la anarquía tampoco.