lunes, 5 de julio de 2010

Jazz y anarquía

Este será un domingo inolvidable. Por la tarde visitaré la jornada jazzistica organizada por los anarquistas. Mi padre había militado en la CNT y siempre me hablaba con entusiasmo y respeto de esta organización.

Desayuné un te Early Grey descafeinado con leche y unas tostadas de pan multicereales con mermelada de naranja amarga con jengibre y crema de cereales. Euronews me amargo el desayuno. Uno de los reportajes trataba las colonias infantiles en Gaza. Una profesora tapada con velo integral comentaba que las niñas eran aleccionadas para aprenderse el Islam de memoria al estilo de Farenheit 451. La noticia se completaba con el ataque islamista a un campamento de colonias patrocinado por la ONU en donde los niños se divertían de manera más o menos occidental. Los sionistas defienden su nacionalismo exclusivista y racista asaltando barcos y asesinando a cooperantes en aguas internacionales. Los islamistas radicales cometen actos igualmente deleznables.

Ante tanto dolor apague la tele y me puse a leer a Jaime Gil de Biedma (2010): Poesía y Prosa, Ed. Círculo de Lectores. Tras la lectura una sesión de gimnasio con 90 minutos de bicicleta, estiramientos, fitness, jacuzzi y sauna. Tras la comida, la siesta y un te de Kenia ya estaba preparado para escuchar jazz.

Tomé el metro en Fabra i Puig armado con una libreta y escribí lo siguiente:
“Hay que entrenarse. Debo estar en forma para el concierto. El vagón viene con todos los asientos ocupados, multicultural y fresquito. Se respira relajación y ambiente festivo. Las 16.30 es una bena hora para dar cabezadas, escuchar mp3, hablar con tus acompañantes o mirar con gafas de sol. Nadie lee y por supuesto nadie escribe. Observo muchas miradas perdidas y demasiadas caras de circunstancias. En la estación de Glòries entra un viajero que lee prensa deportiva. Justo enfrente un individuo de color se mueve al ritmo de la música que le entra por unos enormes cascos. Tenemos viajeros con monopatín, pantalón corto y hasta una elegante camisa negra de manga larga. Los mp3 compiten con los teléfonos móviles. Pocos niños y bastantes minifaldas. El viaje se acaba en Arc de Triomf”

En el Parc de la Ciutadella hace mucho calor. Buscando una buena sombra me subo a la cima de la cascada. Comparto la sombra con una suave brisa y con un hermosa vista del escenario del concierto. No puedo pedir más. Pero también hay hermosas visiones que suben y bajan, observan el paisaje, toman fotos y hablan por teléfono. Tal parece que los turistas nórdicos y eslavos no siguen la dieta de la hamburguesa yanqui. La verdad es que son bastante esbeltos. Algunas mujeres son particularmente bellas.

A las 17.25 y tras un chupinazo nos regalan un discursillo anticapitalista y empieza el concierto con el grupo mallorquín Biel Ballester Trio que toca una música de jazz al estilo de los gitanos franceses como el guitarrista J e a n " D j a n g o " R e i n h a r d t (1 9 1 0-1 9 5 3 ). Los artistas alternan composiciones propias con las del gran guitarrista francés. Es un tipo de jazz muy suave y relajante.

Bajo del mirador y busco un banco protegido del sol. De momento hay poco público. Los amantes del jazz y del anarquismo comparten plaza con turistas armados de mapas, botellas de agua y cámaras fotográficas. Hay muchas cámaras compactas de batalla. Pero también se ven muchas réflex digitales. Se malgastan muchos megas fotografiando la cascada y en hacerse retratos. No todo son cámaras digitales. Observo a tres muchachas nórdico-eslavas con una cámara réflex analógica. Toda una rareza. No acabo de identificar el modelo. Pero la funda se parece a las que tenían las cámaras de la antigua Unión Soviética, cuyas Zenith, Lubitel, y compañía descansen en paz. Entre tanto aficionado, un profesional toma fotos a una modelo. Le acompañan dos ayudantes con reflectores. El tipo coloca a la chica en una buena sombra y pide a los auxiliares que la iluminen. Los turistas parecen no tomar nota de esta lección de fotografía profesional.

Un coche de la policía pasea lentamente por la plaza. No se observan incidentes, ni vigilancia privada. Eso si, lateros de diversas nacionalidades nos ofrecen con voz discreta y en distintos idiomas refrescos y cerveza.

Hacia las 18 horas las nubes empiezan a cubrir el cielo. El ambiente se refresca y se presagia una tormenta de verano. Una discretísima lluvia, un suave sol y unas intermitentes nubes acompañaron al concierto


Hacia las 18.30 el profesor Enric Vásquez nos disertó sobre “La Jam session: comunicación interactiva a través de la improvisación”. Fue una charla didáctica y proselitista que nos concienció de la necesidad de poner un poco de jazz, swing, blues y anarquía en nuestras vidas. El señor Vásquez nos transmitió la importancia de la necesidad de la improvisación. No todo van a ser planes de ajuste, planes quinquenales o reglamentaciones estatutarias más o menos polémicas.

Hacia las 19 horas el cuerpo me pidió una alegría y me tomé un café con leche descafeinado de estilo capuchino, oriné y me lavé las manos y la cara. De esta forma encaré la tercera parte del concierto con una actuación del Llibert Fortuny Trio y una Jam Session. Para mi gusto los altavoces eran demasiado potentes y el saxo más que acariciar las orejas atacaba los oídos. La música de este grupo es particularmente animada. Sin embargo, apenas consiguió participantes en la Jam session. Destacó, por otra parte, un colombiano llamado Tony que improvisó la letra de una canción sobre una música también improvisada. El tipo se parecía a Pablo Milanés con 30 años menos. Tenía buena voz, mejor ingenio, y algunos kilos de más.

Por otra parte los usuarios del parque no dejaron a ir a su bola. Destacaron unos tipos haciendo footing de aspecto tan cansino que se parecían a Búster Keaton en Golfus de Roma. También hubo bañistas infantiles y perrunos y más lateros.

Los organizadores fueron discretos con la venta de recuerdos. Les compré un número de Solidaridad Obrera dedicados a 100 años de anarcosindicalismo. Al cabo el motivo para organizar este concierto y otros actos. También vendían pins, libretas, botellas de vino, un libro sobre la historia del anarcosindicalismo y una especie de cazadora. El agua la regalaban. Todo un detalle. Hacia las 20.30 otro cohete nos informaba que todo había terminado. Mientras cenaba vi un especial 30 minuts sobre el fotógrafo Agustí Centelles. Pero este será asunto para otra entrada.