La partida de ajedrez como el río de la vida
Una partida de ajedrez es una imperfecta metáfora de la vida. Nos toca jugar con negras y llevamos la peor parte. Al principio hay que desarrollarse y en el medio juego debemos elaborar planes, estrategias, tácticas y trampas para resolver y sobrevivir. En el final casi siempre se trata de malvivir de una pensión decreciente y unos achaques que van en aumento.
En estos tiempos de crisis jugar al ajedrez es casi tan barato como leer la prensa gratuita. Una partidilla nos ayuda a olvidar los malos rollos y a clarificar nuestras ideas. No conseguimos cambiar el mundo, pero nos ayuda a pensar por nosotros mismos. Jugar contra un ser humano es una manera de socializarse y de ritualizar de forma inocua nuestra agresividad.