Muchas de mis fotografías han sido tomadas en un clima de hostilidad o de indiferencia. Para nuestra supervivencia es mejor que pasen de nosotros. Las miradas reconorosas, las amenazas verbales y la violencia pura y dura suele sentar fatal a nuestro cuerpo serrano o a unas cámaras. Pero el exceso de confianza y la selfie-mania suele causar más bajas.