viernes, 22 de noviembre de 2013

Cáncer de páncreas

Me preguntó si creía en la vida eterna y en Dios y le dije que no. Con mi respuesta se colapsaron casi todos los argumentos de consuelo. No sabía que le habían diagnosticado un cáncer de páncreas con metástasis. Acudía regularmente al gimnasio, se defendía jugando al ajedrez y era intratable en el ping-pong. No aparentaba ochenta años y seguramente afrontaba su última batalla. No le tenía miedo a la muerte, pero buscaba esperanzas en la medicina o en la religión. Me sentía impotente. No soy ni médico, ni sacerdote, ni asistente social. Imposible salir bien parado de un mal trance. Sólo pude desearle valor y suerte. Valor para afrontar su última batalla y suerte para que el mortal enemigo se apiade de él.