Empiezas a darte cuenta que la vida va en serio cuando la guadaña se abreve paso entre ancianos tíos, abuelitos y otros parientes. Luego llegan las decepciones amorosas, los fracasos estudiantiles, los trabajos basura, los amigos que se eclipsan y las parejas que se rompen.
Decir "para siempre" es como poner puertas al cielo, inventar una máquina que corte la sopa o un fundar un partido de derechas que defienda a los más débiles.