sábado, 1 de enero de 2011

El corrector de estilo

El corrector de estilo. Homenaje a Julio Cortázar

Soy licenciado en ciencias de la información. Tras varios años haciendo de corrector a destajo para varias editoriales catalanas conseguí mi actual trabajo. Corrector de estilo de un importante medio de comunicación de la administración. Trabajar para el gobierno es un poco monótono y aburrido. Pero la seguridad, el horario –de 8 a 15h.- y el sueldo son mucho mejores que los trabajos de free-lance. Para contrarrestar los efectos de mi trabajo suelo dar largos paseos después de come. Me dejo acompañar por una cámara fotográfica con la que capto los temas que me interesan. No me considero un buen fotógrafo. Ni siquiera me considero fotógrafo. Sin embargo me duele que ciertas empresas públicas hayan eliminado, con la traicionera colaboración de los llamados sindicatos de clase, la profesión de fotógrafo de su nómina de empleados. Ahora utilizo una cámara digital, concretamente una Canon Power Shot G9 de 2007. Es una cámara relativamente ligera, de buena calidad y de control manual. Creo que estos chismes modernos deben ser manejados por gente experta para obtener buenos resultados. Me indigna que los jefazos de ciertas empresas puedan exterminar fotógrafos como quien liquida cucarachas. Zapatero a tus zapatos.
También dispongo de varias cámaras analógicas. No las utilizó demasiado. Pero de cuando en cuando hago como mi amigo Toni Micó, fotógrafo y director de una conocida escuela de fotografía, y saco a pasear una cámara de carrete. Aquella soleada tarde de primavera elegí mi Zenit 122. Una cámara de 35mm fabricada en la extinta Unión soviética y con un objetivo Helios 58mm f:2. Las Zenit tenían fama de cámaras toscas. Pero eran duras como una piedra. Su diseño estaba basado en un chasis metálico. Medio en serio, medio en risa se decía de ella que era también una buena arma defensiva.
Como habrá podido adivinar el lector soy también un fiel lector de Julio Cortázar. Me se casi de memoria su célebre cuento Las Babas del diablo y he visto unas 20 veces Blow Up, la película de Antonioni basada en este relato. Bueno de hecho este texto es un homenaje a Cortázar y no pretende imitarlo sino actualizarlo.
Suelo dar bastantes paseos por el circuito de Can Dragó. Seguramente es una de las mejores cosas que ha hecho el ayuntamiento de Barcelona en mucho tiempo. Me entretengo bastante mirando correr a los perros. Yo nunca he tenido ninguno, pero me gustan. Me relación con los perros es un poco como el cine. No me siento capaz de rodar un video, pero disfruto viendo buenas películas. Me encantan especialmente los pastores alemanes y en general los perros grandes tipo mastín, dogo o San Bernardo. De repente se me acerca un viejo chucho y me tira una pelota. A lo lejos me grita su anciana dueña que solo tiene ganas de jugar. Le sigo el rollo y le lanzo la pelota, que me devuelve corriendo. De esta forma jugamos un buen rato. De pronto escucho el ruido de un motor que se me aproxima por la acera. Veo una moto que se me abalanza. Me viene a la cabeza la cantidad de chorizos que se dedican a dar el tirón por la zona. Una de las víctimas fue mi pobre madre. Un hijo de puta le tiró del bolso y le rompió el cuello de fémur. La mujer sobrevivió unas pocas semanas. Utilizo la Zenit a modo de piedra y se la tiró al casco. Acierto de pleno y el motorista sufre una aparatosa caída. Con el móvil llamo al 112 y pido una ambulancia y una patrulla de la policía. El tipo resultó ser un adicto a la heroína buscado por dar tirones con la moto y otros delitos. El seguro me abonó 120 euros por la cámara y ahora estoy buscando otra Zenit de segunda mano en buen uso. Se aceptan ofertas. Nunca se sabe