lunes, 7 de febrero de 2011

ETS (Enfermedad de transmisión sexual)

Juanjo se sentía vacío, podrido y asqueado. Tal vez no fuera un padre y un marido ejemplar. Pero se pasaba doce horas diarias conduciendo un Taxi en Barcelona para sacar a su familia adelante. Nunca tuvo ninguna bronca con Laura. Pero su mujer llevaba mal la marcha de sus padres y de su hermano. La ilusión de sus padres era regresar a Galicia tras la jubilación. Se instalaron en Xantada con su hijo Basilio, un eterno joven de 35 años que se trastornó con los porros, la cocaína y otros excesos.

Apenas un año de la marcha de sus padres Juanjo y Laura se separaron. Vivir sin su mujer y sus dos hijos le trastornaba. El afecto paternal se mantenía por teléfono, Internet y viajes para Navidades, Semana Santa y algún que otro puente. Pero las necesidades sexuales y afectivas le agobiaban. Es una putada que te dejé tu mujer a los 49 años. Intentó aproximarse a varias mujeres que le gustaban. Pero andaba justo carisma y sobrado de canas. No se comió una rosca en mucho tiempo. Ser taxista le permitía conocer los bajos fondos de la ciudad y decidió saciar su concupiscencia a base de talonario. El encuentro fue inolvidable. Aquella mulata dominicana le hizo pasar una tarde memorable. Tras demasiados meses de soledad se agradece que un cuerpo sensual y mercenario te bese, te acaricie, te regale al odio palabras amables, y se ocupe de que tu pene conozca las delicias de unos labios sensuales, de una boca glotona y de un sexo cálido, húmedo y vibrante.

Ahora tenía que afrontar un nuevo duelo; el picante y doloroso recuerdo que le dejó la prostituta. Los antibióticos y otros medicamentos acabaron curando su infección. Pero su aflicción por su mala suerte con las mujeres le dejó una herida insondable.