Posiblemente no haya nada más inútil que la hoja de un dietario vacía, tirada al suelo y pisada sin misericordia. En su día formó parte de un elegante conjunto de hojas que ayudaban a organizar la vida profesional o personal de alguien. Pero aquel día no pasó nada. Ni citas profesionales, ni encuentros amorosos, ni reuniones con la comunidad de vecinos, ni siquiera un café con los amiguetes.
En ocasiones nuestra existencia se parece inquietamente a esta hoja abandonada. No tenemos nada que merezca ser escrito. Es triste pasar por la vida sin dejar huella como esta hoja virgen y desfasada.