En mis sueños más delirantes una geisha me ofrece un té y me regala su mirada. El té me sienta de maravilla, y la mirada se clava para siempre en mi maltrecho corazón. Los fotógrafos solemos admirar los chismes fotográficos de los japoneses. Pero su cultura posee y aveces regala en sueños otros oscuros objetos de deseo.