Me gusta fijarme en las fachadas de las pequeñas casas de una o dos plantas que todavía sobreviven a duras penas en Barcelona y alrededores. Por la zona de Vilapicina quedan unas cuantas. Algunas son centenarias. La que fotografío se construyó, supongo, con mucha ilusión. Pero rápidamente debió frontar años de guerra, represión escasez y amargura. Sobrevivió al General Franco, al fin de siglo y a la especulación. Bravo por ella.