Carlos Alfredo llegó a Barcelona en busca de un futuro mejor. Dejó atrás muchos seres queridos y una situación socioeconómica depauperada. Con el tiempo logró un trabajo bastante bueno, nuevos amigos y emparejarse con la mujer de su vida. Algunas tardes se tomaba su mate o su cervecita con compatriotas que compaginaban su devoción por el Boca Juniors o el River Plate con la pasión por el barcelonismo. Pero para la mayoría de ellos el concepto de barcelonismo era algo diferente al autóctono. En Buenos Aires ya admiraban el juego del Barça. Ahora eran fans incondicionales de Messi como antes sus padres o ellos mismos lo fueron de Maradona. Sabían que Cataluña tenía su propia identidad pero tenían claro que formaban parte de España.
