Vivo estas fiestas navideñas sin la ilusión de un niño, sin la fé de un cristiano, con alergia a la lotería, con aversión al consumismo, terror a las colas y con el sueldo recortado.
La gastronomía, de momento, no la tengo en ninguna lista negra. Pero claro uno acaba harto entre gambas, mejillones tigres rellenos, caldereta de pollo, croquetas de bacalao, paté, tabla de quesos, espárragos con mahonesa, macedonia de frutas, surtido de turrones, cava, y café o té.
Actualización Navidad 2012. Por desgracia las cosas están peor. Ahora preparan cenas con bocatas de chorizo y cosas por el estilo. Muchos son los que no tienen nada que llevarse a la boca.