No hay enemigo pequeño. La hormiga muerde con fiereza la pata de un escarabajo que huye dolorido y aterrorizado. Seguro que tres o cuatro hormigas hubiesen acabado con el coleóptero. Seguro que si le mordiésemos al escarabajo de la crisis con la misma valentia de la hormiga muchas cosas cambiarían. Todo es cuestión de organizarse y actuar con decisión y firmeza.