El bienestar de todos exige, en ocasiones, insólitos sacrificios. En especial para los descerebrados que confunden sus balcones con un veretedero de basura. Bastante mierda tenemos que soportar con las barbaridades, falsedades y salvajadas de los apóstoles de los recortes y sus cómplices como para que no podamos tomar la fresca en paz en nuestros domicilios.