Los estados de un globo son tres; inflado, desinflado y roto. Cuesta mucho trabajo inflarlo y suele petar por demasiados motivos. Para un adulto ver reventar un globo es un contratiempo. Pero para un niño es una tragedia. En tiempos de crisis y recortes los poderosos pueden compararse con los adultos. Las gentes corrientes, por el contrario, se sienten como niños desconsolados.