miércoles, 23 de noviembre de 2011

El hombre de los recortes

Almuerzos con gente inquietante: Aurelià Bondia i Macondo, secretario general de recortes de la Generalitat de Catalunya

Tras tomar café con la Prima de Riesgo decidí afrontar un reto mayor. Agradezco al señor Aurelià Bondia las facilidades para realizar esta entrevista imaginaria y este almuerzo imposible.

Accedió al cargo hace unos meses. Pero gracias a su celo ha conseguido que retrocedamos varios lustros o varias décadas en prestaciones sociales y derechos humanos. Es un tipo enjuto, bajito, pelón y barbilampiño. Lleva las uñas de las manos, y supongo que las de los pies, impecablemente recortadas. Luce un sobrio traje gris increíblemente entallado. Es un tipo callado que ahorra palabras con cuentagotas, de profundos ojos negros y de cejas poco pobladas. Aparenta unos cincuenta años muy bien llevados. Se había licenciado en derecho en ESADE y había cursado un master en dirección de empresas en la Universidad de Georgetown, ese brillante centro dónde enseña José María Aznar. Con un palmo más de altura hubiera sido un excelente actor secundario o un mosso de la secreta.

Quedamos en la Trinitat Vella, un barrio que ha sufrido muchos recortes y en el que se come bastante bien. Le invite a una mesa de la soleada terraza de un acogedor bar-restaurante. Pero el bueno de Bondia me recordó que estamos en crisis y que en la barra cobran más barato. De nada sirvió aclararle que invitaba yo y que, por el momento, no cobraban suplemento de terraza.

Aurelià se agarró como a un clavo ardiendo a la oferta del día: miniminibocata de jamón de York y café con leche por dos euros. Yo me pedí un pincho de tortilla de patatas y otro de tortilla de calabacín regado con una Coronita. Mi contertulio era parco en palabras, mayoritariamente monosílabos, y de ideas fijas y pobres. Le invité a tomar otra consumición, pero denegó cortésmente mi propuesta. Yo, en cambio, me pedí un té rojo con leche. Él se quedó con hambre y yo con la pobre impresión de que el gobierno de los mejores es en realidad de una mediocridad y de una tacañería espeluznante. Pero la democracia es la democracia.