Las papeleras barcelonesas. y de casi todos los sitios, son una fuente inagotable de desperdicios más o menos fotogénicos y curiosos. Alguien había lanzado un libro de gran formato sobre las embarcaciones a través de la historia. Casi no tuve tiempo de tomar la foto. Una adorable anciana se lo llevó enseguida. Su marido había fabricado barquitos de madera. Ella no sabía francés y me comentó que lo aprendería para leer este libro. La crisis arrastra a miles de ancianos a rebuscar entre las papeleras cualquier cosa mas o menos útil. También arrastra a fotógrafos como yo a certificar la miseria que nos rodea.