Algo fallaba en aquel sueño. Acababa de romper con su novia. Dos cervezas le habían bastado para emborracharse en un bar que ofertaban medianas San Miguel a 1 euro. El edificio que creía ver era en el que vivía su ex-pareja. La borrosa imagen de aquella mujer sonriente era la del fantasma de Marilyn Monroe, la única mujer de sus sueños. Pero ¿qué diablos pintaba aquel semáforo? Nunca lo supo. El semáforo se le cayó encima y le mató. Mala suerte publicaron los diarios.