La primera alegría del día me la llevé tomando un té con menta en una tetería de la calle Hospital. La segunda visionando esta expo. El espectacular colorido de las trajes de luces contrasta con un fondo neutro y desnudo y la expresión de unos rostros que transmiten una mezcla de inquietud, aplomo, orgullo, humildad, fatalidad, transcendencia, profesionalidad y mucha humanidad. Por lo que sé vestirse de torero es todo un rito. Y estas fotos nos muestran el resultado final justo antes de entrar a la arena. El gran tamaño de las ampliaciones y el formato cuadrado contrapone una gran atracción visual con un frío distanciamiento. El resultado es atractivo y al mismo tiempo inquietante. Supongo que como la incertidumbre de muchas toreros que da título a la exposición.
