El difunto general Franco la tenía tomada con los masones, los comunistas, los anarquistas, los independentistas y a todo el resto de los bien nacidos. Parece que sus herederos espirituales continúan con esta obstinación. La contraposición de la idea de España resulta inquietante a la diversidad y los valores democráticos.Tal parece que el nacionalismo español más rancio está cargado de fantasmas y de insultos.