sábado, 9 de abril de 2011

El Gran Dictador

Tras los discursos y entrevistas del señor Artur Mas de estos últimos días me he permitido revisionar El Gran Dictador (1940) de Charles Chaplin. La ví por vez primera en 1976, tras la muerte de Franco. En modo alguno quiero establecer paralelismo entre Astolfo Hinkel y el político nacionalista catalán. Sin embargo, en mi desamparo no dejo de identificarme con la figura del barbero judío. Ya sé que tanto recorte es por nuestro propio bien. Un poco como los régimenes que establecen a los obesos, hipertensos y con ácido úrico. El caso es que una cosa es hacer dieta y otra caer en la anorexia social en que quedaremos tras la devastación del sistema sanitario y del sistema educativo. No me creo al señor Zapatero con su proteccionismo con el sistema bancario y tampoco me creo al señor Mas con estos “ajustes”. Lo siento. Soy un descreído. Sin duda hace falta un moderno Chaplin que refleje en el cine la frustración, la impotencia y la rabia que uno siente ante tanta política reaccionaria. Los nazis eran unos genocidas y unos criminales de guerra. Pero el ultraliberalismo que nos azota más que miedo da pánico.