sábado, 23 de abril de 2011

Ofertas anticrisis



Creo que me conviene degustar una pechuga de pollo o una merluza con ensalada. Pero con treinta años menos hubiese devorado una butifarra con huevo frito y patatas. Tanto entonces como ahora hubiese tomado una cerveza sin alcohol o un zumo de naranja. Con la crisis las ofertas de los bares se multiplican. Nuestros estómagos se sienten tentados por unos platos de comida rápida y barata. En este caso el local, regentado por una familia china, tiene buena fama. La calidad, el trato y el precio son inmejorables. Su único defecto es que no sirven té al estilo chino. Destrempa que unos orientales te sirvan un té negro de bolsita. Sin embargo hablando se entiende la gente. Si lo pides te sirven un maravilloso té verde que te transporta al Shangai de los años 30 del siglo XX.

Un joven oriental avanza hacia la cámara en actitud pensativa. En dirección contraria nos da la espalda una madre con su niño jugando con un patinete. Tal vez el joven sea budista y medite en silencio sobre la crisis y sobre sus proyectos. ¿Cuántas cosas tiene que aprender ese niño y cuántas le enseñará su madre?