Decía el doctor don Santiago Ramón y Cajal que investigar en España es llorar. Por desgracia la frase continúa siendo dolorosamente cierta. Pero lo mismo sucede con observar los abandonados escaparates del ensanche barcelonés y de otros puntos de nuestra ciudad. Barcelona se ha transformado en un inmenso cartel de se vende, se alquila, o se traspasa. Da lo mismo que montes una papelería-librería un todo a cien, una copistería o una panadería. El comercio está herido de muerte. Y muchas otras cosas también.