Por la mañana me levanto como sí fuera su santidad Benedicto XVI; viejo y cansado y con ganas de mucha tranquilidad. Por la tarde me parezco inquietantemente a doña Esperanza Aguirre. Me apetece demasiado leerle la cartilla a los peperos y a quien haga falta. Pero desde una perspectiva izquierdista y solidaria. Por las noches me identifico con el gran jefe indio Toro Sentado. Sólo deseo machacar al general Custer, el séptimo de caballería, los neoliberales, los recortadores, los austeros y los corruptos.