Lucas continúo vendiendo relojes, arreglando colgantes y llevando su negocio lo mejor que pudo. Nunca recuperó lo que le robaron. Pero salvó la vida, y eso es mucho.
miércoles, 19 de octubre de 2011
El oro
No se preocupe, le dijo el sargento, tarde o temprano atraparemos a los delincuentes. Eso si, no espere que aparezca la mercancía que le han robado. Físicamente estaba intacto. Pero a Lucas le habían limpiado todo el oro de su joyería y le dieron un susto de muerte. Le faltaban, le faltan, 4 años para jubilarse, y aquellas joyas eran su plan de pensiones, eran su futuro. Afortunadamente no le habían pegado. Pero claro, que te amenacen, te aten y te amordacen no le sienta bien a nadie. El médico le recetó unos días de descanso. Le dijo que necesitaba cambiar de aires. Lucas le comentó que tenía demasiados problemas con el seguro y que como capitán de su barco no podía abandonarlo. Al final se llevó unas recetas de benzodiacepinas que le ayudaban a dormir, le hacían despertarse con la boca amarga y le dejaban bastante aplatanado a lo largo del día.