Tras una buena mano de pintura nuestra vivienda y nosotros mismos nos encontramos mucho mejor. Más límpios, más renovados y más coquetos. En el camino se quedan muebles, electrodomésticos, libros y cachivaches diversos que se han convertido en trastos. La falta de espacio y la falta de gratitud hace que muchos cubos que tan bien han ayudado a diluir y repartir la pintura sean injustamente desechados.