Mercadillo de la miseria. Barcelona, 19/12/2012
Llevo un par de horas dando vueltas por el barrio de Navas y alrededores. Mis artrósicas rodillas me piden una tregua y tomo asiento en una plaza de la calle Aragó tocando a los Encants Nous. Frente a la entrada principal hay un grupo de gente mayor matando el tiempo. Al otro lado del parque infantil observo una abigarrada multitud. Parece un mercadillo. En realidad se trata de un itinerante mercado de la miseria. Observo gentes de etnias diversas, con predominio de la árabe/magrebí entre los vendedores. La mercancía da pena, en especial los zapatos, bolsos, bolígrafos y relojes. También resulta lamentable el estado de grapadoras, tenazas, linternas, planchas, discos de vinilo muñecas, DVD, gafas de sol, cinturones, mantas, toallas, secadores de cabello, diademas, collares, afeitadoras, depiladoras, cuadros, marcos, velas, cascos de moto, zapatos, ropa, en especial vaqueros, videocámaras. cámaras fotográficas, radios, cremas, calculadoras, cables AV, pinceles, afeitadoras,discos duros, PS2 y otros trastos que no acierto a distinguir. Parecen objetos salvados de un holocausto nuclear. En realidad son “recuperados” de contenedores de basura, papeleras, descampados y similares. La gente rebusca en busca de gangas imposibles. Yo no me atrevo a sacar la cámara, ni nada parecido. Pero en mi cuaderno de notas escribo mis impresiones.
Escucho a un transeúnte decir “Cuidado, si viene la Guardia Urbana recogen sus cosas en un fardo y se van cagando leches”. Dicho y echo. Llega la Urbana con paso cansino y los comerciantes se borran del mapa. Una brigada de limpieza deja la plaza limpia y reluciente. Aquí no ha pasado nada o casi. Entonces este cobarde fotoreportero saca su Canon G9 y toma algunas fotillos.