Nunca se fotografía a gusto de todos. Esta lección la aprendí precisamente con esta foto. Por entonces yo empezaba a tomarme en serio la fotografía. Me compré una Canon A1 que costaba más que el sueldo de un mes y comencé a disparar. Me sentía muy orgulloso de esta imagen. Pero la mujer se veía mayor y arrugada y nunca le gustó. Mi abuela fue una buena modelo, tranquila y resignada. Pero por entonces yo no estaba al día del retoque o los filtros difusores. Tampoco existía Photoshop.