El vendedor no se lo podía creer. El cliente no le pedía la cámara más barata, con mejor relación calidad-precio, más pequeña, más lujosa, o con más pixels. Con rostro serio y aspecto de iluminado le exigía la cámara cuyo sensor se ensuciara con más facilidad y se limpiara peor. No sabiendo como salir del atolladero se disculpó y pidió ayuda al jefe de tienda. El encargado se ajustó el nudo de la corbata y le explicó al presunto comprador que en su local disponían de cámaras con avanzados sistema de autolimpieza de sensores. Además, ofertaban kits de limpieza de fácil y eficaz uso para los casos más difíciles. “Hoy en día la limpieza del sensor es un problema menor” le dijo con la seguridad de un vendedor de participaciones preferentes. Sin embargo el consumidor no se dio por satisfecho. Ante su tozudez le ofrecieron algunas cámaras descatalogadas de la sección Outlet y varios vegestorios de segunda mano. Entonces los ojos del consumidor se iluminaron fijándose en la cámara aparentemente más destartalada. “Se lleva una muy buena compra y a un precio inmejorable.” La vieja reflex acabó acoplada a un telescopio y a un microscopio. Gracias a ella se descubrieron nuevos planetas y alguna que otra nueva forma de vida microscópica.