Hubiera sido mejor esperar algún tiempo y volver a tomar la foto. Por entonces se hubieran formado mejor las patas, la cabeza y, tal vez, la cola. La paciencia es una virtud que deben desarrollar los fotógrafos de paredes desconchadas. Pero claro no siempre se vuelve a pasar por la misma pared. Por otra parte más tarde que temprano se acaban arreglando estos desperfectos que suelen crear seres imaginarios y extrañas fotos.