lunes, 23 de diciembre de 2013

Elogio del beso

Sentían mucho placer cuando se besaban. Al juntar sus labios y sus bocas se desencadenaba una corriente eléctrica que les hechizaba. Sus rostros, su bocas y sus labios en particular se habían transformado en el centro del deseo. No necesitaban nada más para sentirse satisfechos. Él parecía estar en la gloria. A ella tampoco le iba mal; le decía que era un amante tierno, paciente y cariñoso. Casi sin darse cuenta dejaron de practicar el coito. Pero nunca dejaron de quererse ni de hacer el amor, a su manera.