martes, 13 de agosto de 2013

Elogio de los calcetines

Los calcetines pasan una vida miserable. Acostumbran a soportar olores insufribles, hedores terroríficos, pisadas dolorosas y sobretodo la angustiosa falta de libertad que conlleva estar aprisionados entre los pies y el calzado. Hubo un tiempo en que se fabricaban con esmero, costaban una pasta y se zurzían y reparaban con mimo. Pero ahora suelen fabricarlos como churros sufridos esclavos asiáticos, se cuelan en los tenderetes, en los todo a cien y en las ofertas salvajes de las grandes superficies. Valen menos que nada y son abandonados sin piedad a la primera de cambio. Para muestra la imagen que captó mi cámara.