La infancia está llena de preguntas, aprendizajes, juegos, ilusión y fantasía. Los niños nacen sin religión, prejuicios sexuales o prejuicios sociales. Necesitan afecto, protección y ternura, mucha ternura.
En estos momentos sobran menores mal alimentados y peor vestidos y manipulados por costumbres, ideologías y religiones que no respetan los derechos humanos, en especial los de la infancia.
Los niños viven en dos mundos; el suyo y el real. No les amarguemos el presente y no les jodamos el futuro. Eduquémosles en la diversidad, en el libre albedrío, en la justicia social y en la democracia.