Elogio a la cámara de bicicleta
Cuesta un poco reconocerla. Pero no es más ni menos que una cámara de bicicleta rajada. En su día, inflada de orgullo y juventud, corrió miles le kilómetros embutida en una rueda. No es más que un trozo de goma. Pero sin él las bicis no funcionan. Seguramente un buen mecánico la hubiera resucitado. Pero nuestra sociedad de consumo de usar y tirar es cruel con las ruedas pinchadas, los enfermos, los parados o los desahuciados. Estamos todos en el mismo barco y al dejar tirada una rueda en medio de la calle nos echamos tierra a los ojos.