viernes, 9 de febrero de 2018

Contra el sudor de los demás

Me tengo por una persona comprensiva y tolerante. Pero me suele tirar para atrás el sudor de los demás. El metro y los ascensores son lugares especialmente castigados por hedores desagradables. Los bares cutres rivalizan en pestilencias con los gimnasios. Las salas de espera de los centros sanitarios, de los servicios sociales o de hacienda no suelen ser, por diversos motivos, lugares olfativamente agradables. Pero el cuerpo a cuerpo entre familiares, amigos, vecinos, clientes, vendedores, encuestadores. Y sin embargo somos tolerantes con nuestro sudor y nos sentimos atraídos por el de nuestra pareja o el de las personas que nos atraen. Nunca se huele a gusto de todos.