martes, 22 de febrero de 2011

Günter Wallraff III

Panecillos para Lidl:169-202

El autor resume en este capítulo su experiencia de trabajador en una panificadora que trabaja en exclusiva para supermercados Lidl. Sobre la experiencia no escribe ninguna palabra positiva. Como cliente esporádico de Lidl me vi obligado a realizar unas compras con un resumen del texto en la cabeza y una libreta de notas disfrazada de lista de compras. Ciertas amistades me descubrieron hace tiempo los precios baratos y la calidad de algunos productos. Mi instinto para localizar rarezas me llevó a descubrir el arros basmati, el té de Navidad, el queso azul, los yogures cremosos, la cerveza de trigo o el chocolate de Madagascar. Pero también una repostería, unas salsas y unos productos raros que le sentaban fatal a mi salud o a mi sentido del gusto. Así pues debo confesar y confieso que voy de vez en cuando a comprar alguna cosa y a tomar nota de cosas que nunca consumiré.

La decoración del Lidl es más bien cutre. El paisaje humano es multicultural, fracción de inmigrantes pobres y autóctonos curiosos. Muy distinto de El Día, compuesto por jubilados con pensiones de mierda y con amas de casa de familias pobres o empobrecidas. Me detuve con cierto repelús en la sección de panes y pastas. Observé con cierto asco en Pan Baguette para hornear 300 gramos 0.79 euros que era parecido al que Wallraff fabricaba. Compré algunos productos lácteos y otros de limpieza. Total: 11.01 euros.