domingo, 25 de abril de 2010

Las prostitutas y la fotografía de identidad

La fotografía de identidad aplicada a la vigilancia de la prostitución femenina

Las autoridades barcelonesas fueron pioneras, en 1867, en la utilización de la fotografía para intentar controlar la salud de las numerosas prostitutas de la ciudad. Este escabroso asunto lo abordaremos con rigor y con respeto, pero sin pudor.
La obra del doctor Prudencio Sereñana (1881) La prostitución en la ciudad de Barcelona comenta reiteradamente la utilización de retratos fotográficos en los carnets de las meretrices adscritas al servicio de vigilancia de la prostitución. Gracias a este libro iniciamos la búsqueda documental que analizamos a continuación.
Los primeros retratos fotográficos de prostitutas
En 1853 la policía de Birmingham ejecutó daguerrotipos de ladrones y de prostitutas. Esta es la referencia fotográfica más antigua sobre la utilización de la fotografía en la vigilancia de la prostitución. Según Ando Gilardi algunos fotógrafos vinculados con la policía tomaban fotografías de los órganos sexuales de las prostitutas para los tratados de ginecología. Estos fotógrafos también fotografiaban encuadres y posturas de contenido sexual explícito. De esta forma, la fotografía pornográfica nace en las comisarias de policía. Se establece una paradoja en la que los perseguidores de imágenes pornográficas son, al mismo tiempo, sus autores o promotores:
“Temiamo di dover scrivere che nell’Ottocento due erano le fonti della pornografia ottica: le case di tolleranza e i laboratori fotografici della polizia e criminales in genere. Le prostitute si usavano, volenti o nolenti, per le prese di particolari degli genitali, da riprodursi nei tratati di medicina.” (GILARDI, 1978, 32)
“La Schedatura fotográfica delle prostitute -per esempio- è un’infamia, specialmente quando le segnaletiche sono pubbicate sulla stampa di informazione, la qual cosa in Italia avviene regolarmente. Ma lasciamo perdere le miserie di una ‘libertà’ che si traduce nello sfrutamento della vita privata, nell’offesa alla dignità individuales. Veniamo ai ‘classici’: cioè all’album-fotografico-inventario minuzioso delle prostitute cinesi di Sangai, svolto al principio del secolo per iniziativa di un diplomatico italiano in Cina, una specie di consulente scientifico d’ambasciata. Prostitute di varia età, ragazzine immature o donne ‘fatte’ como si dice, posano reggendo il propio numero, con un gesto infinitamente patetico. Vennero fotografati anche i ‘ganimedi’, cioè i ragazzini prostituti agli omosesuali.
Gli inventari delle puttane sono ufficialmente un capitolo di quella Vogue’s gallery di cui abbiamo parlato; ma non sempre separato. Vogliamo dire che molte volte puttane e femministe, ladre e socialiste, avvelenatrici e levatrici che praticarono l’aborto sono demoraticamente assemblante. Riproduciamo una rarità: la pagina della vogue’s della città di New York, intorno al 1870, dove si vede un abortionist. E firmata dal protofotografo Samuel G. Szabo.
La Criminalizzazione della prostituta, cosí ingiusta, cosi infame perché infierisce in nome di sordidi ‘princípi morali’, e per sfogare represse libidini, contro le vittime già tanto duramente colpite dalla società medesima che la ‘marchia’ fotograficamente, è stata anche, lo abbiamo scritto, un pretesto per la fabbricazione dell’immagine pornografica che avveniva presso le centrali medesime della polizia. Ancor oggi questo accade regolarmente in paesi africani, del ‘terzo mondo’, per esempio, in Marroco…Quella che segue, in questo raggruappamento di illustrazioni, è un’applicazione del modello segnalectico a una puttana del Brasile, fin-de-siècle: invece che di fronte e profilo fotografata vestita e nuda.” (GILARDI, 1978, 172)
La afirmación de Gilardi viene a ser corroborada por Joan Bada (1990, 417): “(…) la policia habitual i els facultatius especialistes d’higiene són els encarregats de controlar en tot la vida de les prostitutes.”
Sereñana nos aporta datos que confirman la hipótesis de Gilardi:
“Respecto á la decencia pública, las prostitutas conservan generalmente instintos de pudor, por más que algunas se hallan tan pervertidas, que solo por la fuerza obedecen las leyes del decoro. Con el médico que practica los reconocimientos se muestran muy recatadas, pues á pesar de que el acto no suele haber más que el ama y muchas veces tan solo el profesor, ántes de presentarse se calzan las medias y se tapan los pechos, que solo descubren por mandato de aquel, cuando conviene practicar un escrupuloso registro.
Parece extraño que las prostitutas sean más recatadas con su propio sexo que con los hombres. Sobre todo al lado de la mujer honesta, procura ser la ramera ser pudorosa en el vestir. El registro médico no les gusta sea presenciado por sus compañeras, pero no ponen obstáculo alguno en enseñar sus partes sexuales ante uno ó más médicos, practicantes ú ordenanzas que acompañen al profesor higienista.” (SEREÑANA, 1881, 167-68)
La Guía oficial del Gobierno Civil de Barcelona (1909) nos informa de la existencia de un gabinete de reconocimiento de prostitutas en el mismo edificio donde los alumnos de la Escuela de policía estudiaban, y hacían prácticas de fotografía:
“Sección de Higiene de la prostitución.
Instalada también en los bajos del Gobierno civil, se halla bajo la dependencia y dirección del Inspector provincial. Tiene esta Sección un Gabinete recientemente montado, con todo lo necesario para reconocimientos urgentes, y cuenta, además, con otro local, cedido por el Excmo. Ayuntamiento en la calle de Robador, para los reconocimientos ordinarios.” (Guía oficial del Gobierno Civil de Barcelona, 1909, 85)
El Reglamento de la Higiene de la Prostitución. Comisión permanente de la Junta Provincial de Sanidad. (1907, 21) explica la existencia de un funcionario dedicado a la identificación fotográfica y antropométrica. La revisión antropométrica obligaba a una semidesnudez.

Fotografías obscenas
Intentar trazar la línea divisoria entre una fotografía de desnudo artística, obscena, erótica o pornográfica, es entrar en un terreno muy resbaladizo. No tengo intención de polemizar. Sin embargo, quisiera señalar la polisemia de estos conceptos según el marco geográfico, el período histórico y la mentalidad de la gente. Muchos desnudos se tomaron con la excusa de ser comercializados como modelos para artistas. Existen documentadas imágenes de contenido sexual mucho más explícito. La obra de M. Koetzle, (1994) 1000 Nudes Uwe Scheid collection, recoge docenas de actos sexuales. La exposición Registres (Barcelona, 1990) presentaba fotografías de Antoni Esplugas realizadas hacia 1885:
“ (…) de nus femenis que no fan servir cap d’aquest subterfugis. De caire fonamentalment eròtic, no persegueixen tant una intencionalitat artística com provocativa, malgrat que, en aquest casos, sempre hi ha la dualitat entre la intenció de l’autor i l’ús o punt de vista del receptor.” (FARIÑAS, GIL, 1990, 9)
A finales del XIX y a principios del XX la modelo para esta clase de imágenes solía a ser una mujer joven entrada en carnes, y que posaba más o menos desvestida. La mayoría de estas fotografías han acabado destruidas por oscuros censores, o por los familiares, tras la muerte del fotógrafo, o del coleccionista.
La mayoría de las primeras modelos fotográficas de desnudos y de fotografías obscenas se dedicaban a la prostitución. Solían ser prostitutas de origen francés. Normalmente parisinas o residentes en París. Algunas prostitutas comerciaban con sus propias fotografías. Los retratos y las imágenes relativamente recatadas eran mucho más económicos que las fotografías más atrevidas. Algunas de estas modelos vivían en Barcelona. Los autores de las fotografías eran conocidos fotógrafos profesionales y aficionados. Sobre este asunto remito al lector a la obra de Xavier Domingo (1988), El desnudo seductor, y al catálogo de la exposición, Registres (1990).
Roman Gubern en su obra La mirada opulenta (1987) realiza agudas reflexiones sobre la relación entre las prostitutas y la fotografía:
“Para esta nueva ética la fotografía resultó también perfectamente funcional, y muchos años antes de que se utilizara masivamente esta técnica en la publicidad comercial de sus productos, algunas modelos fotográficas del siglo XIX y de principios del actual, que eran prostitutas, se sirvieron de tales fotos como elementos de reclamo profesional. En este punto, las mercenarias del amor constituyeron una auténtica vanguardia del negocio publicitario basado en la fotografía, que se expandirá en una espiral multimillonaria en la sociedad capitalista.” (GUBERN, 1987, 146)
“El desnudo fotográfico de la misma época y a pesar de no haber conquistado todavía la reproducción cromática que incrementa su carácter autentificador, resultaba todavía más ofensivamente realista, entre otras razones porque certificaba sin género de dudas que una mujer real se había despojado de sus ropas ante la cámara y su fotógrafo. La paradoja moral se produjo cuando estas prohibiciones y anatemas, al investir a la representación del desnudo de pecaminosidad o de indignidad, le empujaron hacía su circulación en circuitos clandestinos, favoreciendo con ello el desarrollo y cultivo de la pornografía como negocio, pornografía que precisamente se intentaba reprimir.” (GUBERN, 1987, 153)
Casto Escópico (1996) En Sólo para adultos. Historia del cine X relaciona las fotografías obscenas con la prostitución:
“En la segunda mitad del siglo XIX, se constituyó un importante mercado de fotografías pornográficas en Europa que intentó ser desarticulado sin éxito por las autoridades policiales de diversos países. En 1874, la policía londinense confiscó más de 130.000 fotografías de carácter pornográfico en el estudio del fotógrafo Henry Hayler. La amplia difusión de este tipo de materiales obligó a los gobiernos europeos a dictar las primeras leyes contra la producción de imágenes de desnudo que no tuviesen finalidad científica o artística. Los esfuerzos por perseguir la propagación de fotografías licenciosas no tuvieron demasiado éxito. Los progresos técnicos de la fotografía y de las artes gráficas posibilitaron que el negocio creciese de forma espectacular al reducirse los precios de producción y aumentarse la tirada. A finales del XIX, Alemania producía más de 88 millones de postales eróticas, mientras que en Francia la fabricación de estas imágenes ocupaba a más de 30.000 personas. El floreciente negocio de las postales eróticas entró en decadencia a principios de siglo con la aparición de nuevos medios de difusión de la imagen como los periódicos ilustrados y el cinematógrafo.
En la fotografía pornográfica de finales del siglo pasado ya aparecen ilustradas todas las variantes y desviaciones sexuales que conformaran después el repertorio del cine porno. Durante la era victoriana, Inglaterra fue el máximo productor de material fotográfico de temática sadomasoquista. Las postales sobre castigos corporales, la denominada disciplina inglesa, se exportaban de forma clandestina tanto a Europa como a Estados Unidos.
Las modelos utilizadas en las fotografías eróticas solían ser prostitutas. Las primeras películas pornográficas que se rodaron en Europa, a principios de siglo, también recurrieron a los servicios de las profesionales del amor. Como señala Roman Gubern, ‘el cine pornográfico no fue en sus orígenes, en realidad, más que un eslabón perfeccionado de la fotografía licenciosa.’” (ESCÓPICO, 1996, 17-19)
La pornografía preocupaba a las mentes bienpensantes, e incluso fue el caballo de batalla de la Liga Contra la Pública Inmoralidad de Barcelona. En su Memoria de 1920 el secretario José M. Pareja comenta:
“El campo principal de la acción de la Liga contra la Inmoralidad ha sido la lucha contra las publicaciones pornográficas.” (PAREJA, 1920, 7)
En 1928 la Liga Contra la Pública Inmoralidad continuaba vigilando por las buenas costumbres:
“En el primer semestre de 1925, la Liga continuó repartiendo su vigilancia entre los kioscos, cines y casas de mala vida, como focos de inmoralidad pública, los más copiosos en esta capital.” (VELASCO, 1928, 8-9)
“Esta actuación pública no ha sido en modo alguno obstáculo para que la LIGA siguiese en sus tareas casi ordinarias y constantes: la inmoralidad en la calle y en los espectáculos. Las denuncias de kioskos han sido frecuentes; así como han sido denunciados también, varias veces, los aparatos automáticos de vistas en fotografía, instalados en lugares públicos (…).” (VELASCO, 1928, 19)
Josep Blanc (1856-1923) era un médico vinculado a círculos católicos. Demostró una profunda preocupación por la pornografía. En 1921 redactó unas normes per a la censura de les películes cinematográfiques com a mida de protecció de la infancia. Varios años antes, en 1908, había publicado La sífilis plaga social, donde refiere:
“Ni en París hemos visto tanta abundancia de exhibiciones desvergonzadas como en los kioscos de Barcelona. Las tarjetas postales en serie cinematográfica exponiendo en todos sus detalles y con crudeza revoltante, v. g. el modo de preparar y conseguir una seducción, ó la primera noche de bodas, ó los preparativos de un baño, ó que se yo cuantas inmundas procacidades por el estilo; la revista que no tiene otro objeto que presentar desnudos de mujer, nada de 'académicos' por cierto, procedentes de clichés fotográficos, o barrenar el fundamento de la familia, haciendo escarnio del matrimonio.” (BLANC, 1908, 16-17)
Fotografía y prostitución en Barcelona
En la mayor parte de la bibliografía consultada se insiste en la necesidad de reglamentar la prostitución. La II República abolió esta reglamentación en 1935. Aunque el régimen del general Franco la volvió a legislar en 1941, para anularla definitivamente en 1956:
“La mayoría de nuestros antepasados consideraban a la prostitución como un mal necesario que había que controlar. Esta idea contrastaba con el sentir de otros países europeos que acabaron aceptando los criterios de la Federación Abolicionista Internacional, que intentaba combatir la trata de blancas.” (TOLIVAR, 1989, 375)
A finales del siglo XIX y a principios del XIX existía una moral sexual tolerante con la prostitución femenina. Esta moralidad era, sin embargo, muy represiva hacia la homosexualidad, la masturbación y la prostitución masculina:
“La dueña de mancebía o meretriz que contraviniendo a lo dispuesto en este reglamento tuviese en su casa algún hombre ú hombres para dedicarse a la pederastia, pagará la multa de 50 pesetas, se le ordenará el cierre de la casa y se le entregará al tribunal competente.” (Reglamento para el Servicio de Higiene Espacial y Vigilancia de la Prostitución, 1889, Art. 33)
Otras prácticas sexuales eran también ferozmente perseguidas. La mayoría de los textos condenan el coito anal y el sexo oral. Sereñana informa que la felación era practicada, sobre todo, por las prostitutas francesas:
“Las felatrices, sobre todo, están á la órden del dia. Increible parece que á tal grado de abyección llegue la meretriz para proporcionarse una miserable moneda. De ahí que en las estadísticas de venéreos figure un excesivo número de chancros en la boca. El coito por esta región no dudamos en afirmar procede de la prostitución francesa, ya que las primeras felatrices en España procedian de Francia, y aun hoy dia, si bien se ha generalizado este asqueroso proceder entre las prostitutas españolas, son en mayor número francesas las que lo ejecutan.” (SEREÑANA, 1881, 180)
La vigilancia de la prostitución fue una atribución de los gobiernos civiles hasta que en 1889 pasó a los ayuntamientos:
“Por decreto del Ministro de la Gobernación señor Ruiz y Capdepón, en 4 de enero de 1889 todo el servicio de Higiene y Mancebía pasó de los gobiernos civiles a los ayuntamientos.” (RODRÍGUEZ, 1910, 287)
Una Real Orden de 6 de diciembre de 1892 encomienda de nuevo a los gobiernos civiles el Servicio de Higiene en las casas de lenocinio. Una Real Orden del 28 de septiembre de 1910 volvía a reglamentar el Servicio de Higiene de la Prostitución. Se creaban juntas provinciales y municipales de sanidad; su presidente era el Gobernador Civil.
El Cuerpo Médico Especial de Higiene de Barcelona estaba encargado de examinar, entre una y dos veces por semana, a las prostitutas controladas. Las prostitutas clandestinas no tenían ningún tipo de inspección. Según Prudencio Sereñana (1881, 148) en 1881 había 1022 prostitutas inscritas, pero la cifra real era mucho más elevada, posiblemente de unas 12.000. El doctor Ronquillo da para 1884, la cifra de 600 prostitutas inscritas (RONQUILLO, 1884). En 1912 había 10.000 prostitutas legales en Barcelona, “de les quals el 70% eren menors d’edat i el 95% procedien de la classe obrera.”
Cartillas de prostitutas con fotografías de identidad
No hemos podido encontrar cartillas para la vigilancia de la prostitución femenina con retratos pegados. Sin embargo, repasando diferentes reglamentos del Gobierno civil y del Ayuntamiento de Barcelona, localizamos diversas normativas, un tanto repetitivas y en ocasiones calcadas, sobre la obligación de incluir fotografías en los carnets.
En 1867 tenemos documentado un texto, firmado el Gobernador Civil de Barcelona Romualdo Méndez de San Julián, que ordena enganchar una fotografía en la cartilla de las prostitutas controladas:
“Las prostitutas después de inscritas serán reconocidas por los médicos higienistas, y se les entregará la cartilla sanitaria. Las cartillas sanitarias estarán impresas, contendrán el nombre y la fotografía de la interesada, noticia de los reconocimientos sanitarios y su fecha. Al efecto constarán del número de renglones necesario para que el facultativo anote en ellas, el resultado de cada visita.” (MÉNDEZ, 1867, 12)
En 1870 el Gobernador Civil, Juan Antonio Corcuera, edita una nueva normativa de la que destacaríamos lo siguiente:
“Art. 68; En toda casa de prostitución habrá un aviso al público, en sitio visible, haciendo saber:
Que toda mujer pública debe estar provista de cartilla sanitaria, la cual se recoge a las enfermas.
Que la cartilla expresa el día del reconocimiento, su resultado y contiene la fotografía de la interesada.” (CORCUERA, 1870, Art. 68)
En 1880 en el Hospital de la Santa Cruz había destinadas 55 camas para las mujeres afectas de enfermedades de transmisión sexual. Estaba terminantemente prohibido el acceso a los estudiantes de la Facultad de Medicina. Entre 1880 y 1881 pasaron por estas salas: 432 mujeres y 759 hombres, la mayoría de ellos solteros. (SEREÑANA, 1881, 196-98)
Hacia 1874 en el Reglamento de Higiene Especial, firmado por el Gobernador Civil, Alejo Cañas, se mantenía la obligación de pegar una fotografía en la cartilla de la prostituta. Este era el reglamento vigente en el momento de publicar su libro el doctor Sereñana:
“Art. 25: Las cartillas sanitarias estarán impresas, contendrán el nombre y fotografía de la interesada, noticia de los reconocimientos sanitarios y su fecha (…).” (SEREÑANA, 1881, 107)
“Art. 72: En toda casa de prostitución habrá un aviso al público, en sitio visible, haciendo saber:
Que toda mujer pública debe estar provista de Cartilla Sanitaria, la cual se recoge á las enfermas.
Que la Cartilla expresa el dia del reconocimiento, su resultado y contiene la fotografía de la interesada.” (SEREÑANA, 1881, 117-118)
Sin embargo, según refiere el doctor Prudencio Sereñana, los retratos de prostitutas aquejadas de enfermedades de transmisión sexual se pegaban en las cartillas de las prostitutas sanas:
“Casa de tolerancia hemos visto cuyas mujeres se hallaban todas con la nota de enferma en la cartilla, y no obstante, tenian relación sexual con el primero que se presenta. Más aún: la cartilla del ama, con nota de sana, servia para el concurrente que, en uso de su derecho, deseaba enterarse del estado sanitario de la prostituta, sin que la sirviera de garantía el retrato pegado a la cartilla para identificar la persona, el retrato se pega y se despega tantas veces como sea necesario.” (SEREÑANA, 1881, 151)
Al final de su libro Sereñana redacta un Proyecto de reglamento para la higiene especial de Barcelona, sobre asuntos fotográficos propone lo siguiente:
“Art. 13. Toda Prostituta al entregarse á un hombre, se hallará obligada á ponerle de manifiesto, antes, la expresada Cartilla, en cuya cubierta se fijará el retrato de la interesada.
Art.14. Cada vez que renueve la cartilla, la interesada deberá retratarse de nuevo y fijar en la nueva cartilla un retrato de los obtenidos recientemente.
Art. 19. Las amas de prostitución fijarán dentro de sus casas, en sitio visible, los retratos de las huéspedas, poniendo invertidos, los de las que se encuentren enfermas.” (SEREÑANA, 1881, 234)
En 1885 se publicó en Almería un Reglamento de la Sección Especial Salubridad Pública que menciona la obligación de la prostituta de presentar dos fotografías, una para la cartilla y otra para un álbum:
“Art. 13. Será obligación de toda mujer pública proporcionar dos retratos suyos en busto, uno que se pondrá en la primera hoja de la cartilla para evitar los cambios de está entre las prostitutas, y otro que obrará en el albúm que existe en esta sección.” (ZAVALA, 1891, 76)
La fotografía continuó incluyéndose en el carnet de las prostitutas, incluso en la Generalitat Republicana:
“Sentat doncs la necessitat i el principi del control sanitari, ordenarem la confecció d'un carnet, on no consti cap nom ni cap data, prescindir de tota inscripció i registre i tan sols un retrat de la interesada que la identifiqui i la privi de deixar-lo amb altres persones.” (PEYRI, 1935, 48)

Seguro que hay fotógrafos, investigadores e historiadores mucho mejores  que un servidor. Sin embargo, contacta conmigo si te interesa mi trabajo: Retrato social y familiar, books, test, redacción de textos sobre fotografía. fotoentrenador personal, orientador sobre tesis y tesinas fotográficas y cosas por el estilo.lmdaguerre@gmail.com