En la carpeta Sobre Rayos X no existen observaciones sobre la supuesta moralidad del nuevo medio de exploración científica para con los enfermos. De entre los diversos documentos que contiene, la mayoría de carácter técnico y económico, hemos elegido uno fechado el 21 de mayo de 1897 y firmado por el doctor José Homs. Este texto nos permite comprender con claridad la transición de la fotografía a la radiología aplicada a la medicina. La radiología fue un nuevo medio de exploración médica que padecerá innumerables dificultades técnicas. Sin embargo, la radiología no se verá sometida a la vigilancia, casi inquisitorial, sufrida por la fotografía en el Hospital de la Santa Cruz.
El texto del doctor Homs intenta mentalizar a la MIA de la importancia de los rayos X. Los heridos de un atentado terrorista fueron atendidos en el Hospital y uno de ellos fue sometido, fuera del Hospital, al estudio a través de los rayos X. Este documento es para nosotros de un gran interés. Nos permite confirmar el uso de la fotografía en el Hospital. El doctor Homs manifiesta acompañar su escrito con una resumida nota clínica acompañada de fotografías que reproducen las principales lesiones. El doctor Monteys, médico auxiliar del Hospital, realizó las fotografías.
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Carpeta, Sobre Rayos X
“M. Ilustre S.
El día siete de junio, cuando el pueblo de Barcelona daba prueba y manifestación pública de su religiosidad concurriendo a uno de los mas solemnes actos de nuestro sacrosanto culto católico, una mano criminal, atropellando por todo, renegando de todo humano consentimiento, sembró la muerte y el dolor donde todo respiraba vida y alegría.
La explosión de una bomba de dinamita en un punto en que la concurrencia era bastante numerosa, ocasionó la muerte casi inmediata de varias personas y un número bastante mayor quedaron gravemente lesionadas.
La caridad, hermoso sentimiento y cristiana virtud que se abriga en todo pecho bien nacido, se ha manifestado con este motivo en todas las esferas. La mayoría de los heridos pertenecían a la clase trabajadora, y conocida esta circunstancia, todo el mundo: desde la Augusta señora que rige los destinos de la Nación, hasta el pueblo mismo contribuyeron a las cuestaciones públicas que en buen número se han organizado, todos han contribuido a remediar en lo posible tal desgracia.
Este Hospital de la Santa Cruz cumpliendo los benéficos fines para que fue instituido, dio albergue a cuantos heridos en el se presentaron, los cuales me ha cabido la honra de cuidar, como gefe de la visita de heridos y demás traumatismos a que fueron destinados.
En ella han sido tratados y atendidos los mencionados heridos con toda asiduidad y esmero, poniendo en práctica cuantas medidas aconseja hoy la ciencia quirúrgica dentro de los medios de que hemos podido disponer, y gracias a la generosidad y desprendimiento de esta Muy Ilustre Administración, se ha podido proceder de modo muy distinto como hubiera ocurrido en tiempos pasados pues poco a poco a sido proveyéndose la visita, de aquellos medios mas necesarios para obtener el mejor éxito en el tratamiento de los traumatismos y sobre todo la =Asepsia=. la limpieza absoluta, base y fundamento de los éxitos de la Cirugía moderna.
Por todo ello que nos ha puesto en condiciones de sostener incólume la buena fama de este Santo Hospital doy las mas rendidas gracias a esta Muy Ilustre Administración.
Los heridos que se presentaron aquella noche en este Hospital fueron trece; doce hombres y una mujer. De ellos murieron dos aquella misma noche y otro al día siguiente, reclamando la familia a uno para hacerlo curar en otra parte a lo que accedí en el acto, y de los nueve restantes cuyo tratamiento he dirigido en la visita de mi cargo, tengo el honor de ofrecer a esta Muy Ilustre Administración una resumida nota clínica acompañada de fotografías que reproducen las principales lesiones de cada uno.
Como puede verse, el resultado del tratamiento de estos enfermos, es altamente satisfactorio y lo es tanto mas si se considera la clase de heridas que presentan y su extraordinario número. Son estas, heridas contusas, de bordes mortificados y negruzcos y en su mayoría, aparentemente poco profundas y extensas y sin embargo, si se las explora se encuentran muchas veces trayectos muy extensos llegando a profundidades sorprendentes y lesionando en ocasiones órganos lejanos con lo cual adquieren una gravedad a primera vista imposible de preveer; tal ocurrió por ejemplo con el enfermo Francisco González y Domenech en el que llamaban preferentemente la atención tres grandes heridas relativamente poco profundas y sin embargo existía entre más de cuarenta, otra como un pequeño puntazo de cortaplumas tal como se describe en la correspondiente nota clínica y que desde la parte infero-posterior del muslo derecho llegaba a interesar el intestino recto.
Son además graves estas heridas por los cuerpos extraños que en su fondo pueden hallarse sin que en muchas ocasiones sea posible descubrirlos hasta que los trastornos producidos por su presencia dan la alarma quizás un poco tarde. y son también eminentemente graves estas heridas porque debido a su mecanismo y a otras circunstancias en que se producen, sumen a las víctimas en tal estado de estupor =Schok= como se dice en Cirugía,= es tal el anonadamiento, que bien se comprende que es mucho más difícil obtener la curación de las lesiones que en otras condiciones serían quizás casos de los más corrientes; así sucede que por ejemplo, las fracturas complicadas con herida que en tiempos daban una mortalidad enorme aun en los casos en que se intervenía con la amputación, actualmente tiene una mortalidad muy exigua y en la mayoría de los casos conservándose el miembro afecto; en tales casos es poco menos que seguro hoy el éxito, pues bien, toda esta seguridad desaparece cuando se trata del pronóstico de estas horribles heridas ocasionadas por los explosivos. Algunos de estos casos figuran en mi visita y continúan mejorando y Dios mediante sanarán.
Creo pues tener motivo suficiente para decir que el éxito obtenido es altamente satisfactorio.
En los trabajos, verdaderamente extraordinarios, que la asistencia de estos heridos ha traído consigo, han cooperado con la mejor voluntad e interés todo el personal adscrito a la visita, y aprovecho esta ocasión para expresar mi agradecimiento al doctor Figueras ayudante de la visita que ha contribuido por parte principalísima al buen éxito del tratamiento y compartiendo conmigo el delicadísimo trabajo de las curaciones, y al doctor Campá laborioso e ilustrado auxiliar que ha recogido todas las observaciones y al doctor Monteys auxiliar también y encargado principalmente de la ilustración fotográfica de los casos y a los asiduos practicantes señores religiosos y enfermeros que como buenos han cumplido.
Antes de concluir creo deber mío poner en conocimiento de V. S. un hecho recientemente ocurrido y notable por muchos conceptos. Recordará V. S. al herido Balcells que entre el sinnúmero de heridas por todo el cuerpo presentaba una muy extensa a un través de dedo debajo la tetilla izquierda, por la cuan se podían introducir los cuatro dedos de la mano hasta la parte mas profunda del hueco axilar y que presentó además pulmonía traumática y un gran derrame en la pleura izquierda de todo lo cual curó muy pronto.
Pues bien, este enfermo había manifestado siempre cierta inquietud por el éxito ulterior de su curación a causa de algunas incomodidades que decía sentir en todo el costado y espalda izquierdas.
Como que al gran orificio de entrada del proyectil, no correspondía orificio alguno de salida ni de entre aquel gran desgarro se había extraído ningún cuerpo extraño, cabía presumir que algún casco de bomba quedase incluido en alguno de los órganos de la región lesionada.
Unos quince días atrás, insistiendo el citado Balcells en sus temores, examiné detenidamente la región y hacia la parte media y profunda de la axila a un centímetro hacia adentro del borde externo de la escápula, pude percibir al tacto un cuerpo duro, enquistado en el espesor de los tejidos del tamaño de un garbanzo. Como el grandor del cuerpo extraño no guardaba relación con los destrozos de la antigua herida, cúpome la duda de si algún otro sitio más profundo podría haber alojado otro proyectil que explicara sus incomodidades.
Habiéndome el citado enfermo propuesto un examen por los rayos X de Rötgen fui con él a ver al doctor Pujol que tiene una instalación de esta clase y tuve la satisfacción de ver comprobado mi diagnóstico y de que no había otro cuerpo extraño en el pecho del enfermo pudiendo desde aquel momento asegurarse de un modo absoluto y terminante que una pequeña operación sin importancia alguna habrá concluido con las inquietudes del enfermo y las cavilaciones mías.
V. S. se hará cargo de que durante aquella sesión y frente a los detalles que pude observar durante el examen pensara muchísimo en el inmenso progreso que representaría y el gran beneficio que podrían reportar los enfermos en una visita como la de heridos y demás traumatismos de este Santo Hospital de una instalación semejante.
Ya no más dudas sobre el punto donde se encuentra alojado un proyectil, ni sobre el punto preciso de una fractura y su perfecta consolidación. Esta luz transparenta el tórax y el abdomen la caja del cráneo y el bacinete y con toda la masa de sus vísceras no pueden ocultar en el fondo de sus cavidades un cuerpo extraño, no puede pasar desapercibida una costilla y pueden examinarse los omóplatos los ilíacos y la columna vertebral. Lo que mas me llamó la atención fue el examen de las articulaciones. ¡Con que seguridad hubiera podido apreciarse cualquiera lesión de las superficies articulares y la integridad de todos sus movimientos guiados por la voluntad. Con que claridad hubieran visto una luxación y con que seguridad habríamos podido cerciorarnos de su reducción.!
En una palabra, dejando aparte lo que podrían aprovechar de los rayos X otras ramas de la medicina que ya juzgo que ha de ser mucho, yo creo que debo llamar la atención V. S. que siempre se desvela para procurar el mayor bien a los enfermos todos de este Hospital, sobre un descubrimiento cuyas aplicaciones pueden producir grandes beneficios y sobre todo a los enfermos de la clase de los que se reciben en las salas de la visita de heridos y demás traumatismos de este Santo Hospital que tengo la honra de estar encargado por V. I.
Dios guarde a V. I. muchos años.
José Homs
Barcelona, 21 de mayo de 1897
(Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Carpeta, Sobre Rayos X, 1897)