viernes, 23 de abril de 2010

La fotografía Moderna

Albert LONDE, (1889): La Fotografía Moderna, Madrid. Capítulo XVIII: Medicina y fisiología
En el siglo XIX se publicaron diversos trabajos sobre las aplicaciones de la fotografía médica. Hemos seleccionado el capítulo Medicina y fisiología del libro Albert Londe La Fotografía Moderna. Londe (1858-1917) era desde 1882 director del servicio de fotografía del hospital de la Salpêtrière de París. Albert Londe fue pionero de la cronofotografía y de la radiología y autor de diversos libros de técnica fotográfica.
Para Londe el médico tiene muchas razones para fotografiar a sus enfermos:
1.- Antes de iniciar el tratamiento.
2.- Durante la evolución de la enfermedad.
3.- En cirugía para vigilar la evolución de las heridas.
4. - En autopsias para fotografiar el “aspecto, estado y forma de los órganos enfermos.”
5.- Ilustrar trabajos, tesis y publicaciones.
6.- Comparar la misma enfermedad en distintos enfermos.
7.- Retrato compuesto (Galton).
8.- Enseñanza; diapositivas de proyección.
9.- Movimiento/ampliación, endoscopia/método gráfico (EEG, EEC).
“La introducción de la fotografía en las ciencias médicas no data de mucho tiempo; pero, gracias á los nuevos procedimientos, ha hecho rápidos progresos, y los servicios que puede prestar han traído consigo la creación de laboratorios especiales de fotografía, en la mayor parte de los hospitales. Uno de los mejor instalados es el del señor Charcot, en la Salpêtrière; desde hace muchos años tenemos su dirección y, con este título, hemos tratado de resolver todas las dificultades que se encuentran en la fotografía de las afecciones tan diversas del sistema nervioso, en cuya categoría, por cierto, se encuentra mayor diversidad y complicación.
La galería debe tener grandes dimensiones, con objeto de permitir que se puedan transportar á ella los enfermos imposibilitados para andar.
Una cama ocupa el fondo, cubierto de tela negra, de cuyo color es también la ropa de aquella. Cuando no hay necesidad de cama, baja por delante de ésta una pantalla, que permite trabajar como en una galería ordinaria.
El médico tiene interés en fotografiar á sus enfermos por muchos motivos. En primer término, es conveniente hacer notar, al comenzar la cura, el estado físico del sujeto, la naturaleza y la extensión de las lesiones, en el caso de que sean aparentes. Las pruebas así obtenidas, si bien es cierto que no pueden reemplazar á la observación médica, la completan, en todo caso, de una manera muy afortunada.
Al seguir su curso de enfermedad, el médico nota todas las modificaciones que pueden producirse y forma, por decirlo así, una verdadera historia gráfica de la afección.
En todos los casos quirúrgicos, se comprende la importancia que tiene el hacer constar la marcha de una llaga, á intervalos determinados.
Sí la enfermedad tiene un desenlace fatal, el papel de la fotografía está lejos de haber terminado. Se saca copia del aspecto, estado y forma de los órganos enfermos.
Bueno es, á ese efecto tener una cámara dispuesta verticalmente, de modo que no se tenga sino colocar las piezas interesantes sobre una tabla inferior bien horizontal. Así es como operamos muy fácilmente cuando se trata de cerebros, médulas, etc. La fotografía de estos órganos ofrecerá, sin embargo, ciertas dificultades, si quieren obtenerse de cierto tamaño. La razón es que aquellos presentan diferencias de términos muy considerables, nada la distancia á que se fotografían. Se deberá, por lo tanto, emplear diafragmas, tan grandes como se pueda, para obtener la mayor distancia focal posible. Si el resultado no es aún satisfactorio, es preciso, entonces, hacer una prueba más pequeña y ampliarla en seguida. Por este procedimiento, las diferencias de términos, que no eran sensibles en la prueba pequeña, tomada desde más lejos, no lo serán tampoco en la prueba ampliada.
Ahora ha de examinarse el asunto bajo el aspecto histológico. Todas estas preparaciones, tan delicadas de obtener, tan importantes desde el punto de vista médico, llevan en sí un germen destructor, que hace muy problemática su duración. El reproducirlas por la fotografía está, por lo tanto, completamente indicado. Esta es, como hemos visto, la parte más minuciosa de la foto-micrografía; pero el médico no se desanimará, porque tiene la posibilidad, por sus conocimientos especiales, de hace preparaciones á propósito para la reproducción fotográfica, y sí tiene un poco de paciencia, no se hará esperar el éxito.
Una vez en posesión de estos diversos documentos, nada será más sencillo que difundir estos resultados tan interesantes y sacar de ellos, desde el punto de vista profesional, grandes ventajas. Ahí hay un camino nuevo, que se ha comenzado á recorrer con éxito. Trabajos especiales, tesis y publicaciones periódicas van acompañadas de fotografías, y su número no puede sino ir en aumento. Hay en las ciencias médicas, conocimientos que no se adquieren sino difícilmente en los libros, porque es necesario que la vista vea al compás de la inteligencia; esta memoria de la vista, por otra parte, más segura, algunas veces, que la otra. Corresponden, en efecto, á ciertas afecciones, actitudes, movimientos y caras especiales, que es imposible olvidar cuando se han visto. Para los que no pueden adquirir estos conocimientos junto al lecho del enfermo, podrá, con frecuencia, la fotografía suplir esto.
Además, hemos visto casos en que poniendo unas junto á otras muchas fotografías, hechas en épocas muy diferentes y de varios enfermos, el médico ha llegado á reconocer, como característicos de la afección, signos físicos que no le habían llamado la atención en cada uno de los enfermos aisladamente; pero que, por su constancia en todos los casos observados, eran la prueba manifiesta de una modificación especial, debida á la enfermedad en cuestión.
Con estas diversas pruebas, será fácil hacer un retrato compuesto, en el que se borren las diferencias individuales para no dejar más huella que la de los caracteres comunes, esto es la realización de una idea, debida á un sabio inglés, á Galton, y de la que podrán derivarse seguramente interesantes resultados, desde el punto de vista de la obtención del tipo de una familia, de una tribu, de una raza, ó de los semblantes consecutivos correspondientes á diversas afecciones patológicas.
Estas diversas pruebas deberán modificarse para proyectarlas y servirán al profesor para poder bajo los ojos de sus discípulos los casos interesantes de que se guarda copia, y cuya vista facilitará singularmente las explicaciones del maestro y la comprensión del auditorio.
El material que deberá emplear el médico, es casi el mismo que hemos descrito; pero existen ciertas modificaciones que deberá adoptar, porque facilitarán mucho sus trabajos.
Hemos visto que, para un objeto situado á cualquier distancia, es necesario enfocar con todo rigor, no siendo buena la imagen sino para un término dado: sí entonces se desarregla el objeto, avanzando ó retrocediendo la imagen, se moverá ésta en el cristal esmerilado, que será preciso hacer adelantar ó retroceder, según las hipótesis, para tener de nuevo la claridad necesaria.
Cuando se trate de personas nerviosas, irresponsables ó sin inteligencia, no se puede ni se debe exigir inmovilidad. Es preciso que la instalación sea tal, que permita seguir al enfermo y retratarle en el momento más favorable. El documento, por otra parte, no será sino más sincero, si el enfermo está abandonado, por completo, á si mismo.
Empleamos, con ese fin, una cámara doble, con dos objetivos. En un lado tenemos una placa sensible y un obturador, que podemos mover por medio de una pera neumática, y en el otro un cristal esmerilado. Seguimos al enfermo por este lado, manteniéndole siempre enfocado, y en el momento preciso obramos sobre el obturador. Nunca recomendaremos bastante este aparato, que diariamente nos ha prestado y nos proporciona eminentes servicios.
El objetivo que se emplea más frecuentemente es el rectilineal; sin embargo, es bueno tener, para algunos casos excepcionales, un objetivo doble, que permitirá operar con mucha rapidez, á pesar de las malas condiciones de luz y de iluminación.
Para el análisis de los ataques histéricos, de las crisis de epilepsia, para un gran número de accidentes nerviosos, que se traducen por movimientos más ó menos rápidos, tenemos necesidad de usar mucho la fotografía instantánea.
En este caso nos servimos del obturador que hemos descrito en la primera parte; encontramos, por otro lado, en estas hipótesis dificultades completamente especiales: además de que es algunas veces imposible operar al aire libre, las pruebas destinadas al examen médico ganan teniendo cierto tamaño; por otra parte, la rapidez de los movimientos en ciertos nerviosos es tal, que no se debe operar sino á cierta distancia, para tener una claridad suficiente.
Pero hay que decir que no se puede ser tan exigente, desde el punto de vista de la claridad, como en las fotografías instantáneas ordinarias; desde luego, éstas son el fin propuesto, mientras que en medicina no son las fotografías sino documentos.
Demos un ejemplo: sea un enfermo de corea rítmica, enfermedad que se traduce por una agitación más ó menos rápida de los miembros y de la cara. Sí la fotografía es clara en absoluto, el enfermo aparecerá inmovilizado, en una actitud cualquiera, que el médico no sospeche quizás, porque no es sino una parte no disociable de una sucesión de movimientos. Sí, al contrario, la velocidad empleadas algo más pequeña, se verá de seguida por la mayor ó menor falta de claridad las velocidades relativas de los diversos miembros y la amplitud diferente de sus movimientos. Este resultado es, sin duda alguna, preferible al primero.
En otros casos será necesario descomponer este mismo movimiento; y así como una sola prueba es inútil, asimismo una sucesión de ellas, tomadas á intervalos regulares, será interesante.
En eso consiste el análisis del movimiento por la fotografía; pero análisis que no hemos podido hacer por los mismos métodos que MM. Muybridge y Marey, por la razón muy sencilla de que para nosotros los movimientos se verifican sin cambiar de lugar. Las imágenes hechas en una misma placa se confundirán todas.
Hemos ideado un aparato, destinado á fotografiar las fases sucesivas de un movimiento á intervalos determinados de antemano, aparato al que hemos denominado foto-eléctrico, y que se compone de objetivos del mismo foco, dispuestos en círculo en una cámara obscura. Estos objetivos dan otras tantas imágenes del mismo objeto. Un disco de aluminio ennegrecido, en el que hay practicada una abertura en forma de sector, y que está impulsado por un movimiento de relojería, se encuentra detrás de los objetivos.
La abertura está entre dos objetivos en el estado de reposo, no entrando, por consecuencia, ninguna luz en el aparato.
Un electro-imán acciona un desembrague especial, combinando de tal modo, que, mientras dura la corriente, descubre la abertura uno de los objetivos. Cuando se corta la corriente cesa la exposición, y así sucesivamente para los demás objetivos.
Inmediatamente se ve que se puede arreglar á voluntad, sea el tiempo de exposición para cada objetivo, sea el intervalo entre dos de éstas.
El médico, situado cerca del lecho del enfermo, obra á distancia, y arregla la exposición como desea.
Para obtener pruebas á intervalos fijados de antemano, se usa un regulador de Foucault, que obra sobre el contacto eléctrico en el momento deseado, ó bien un metrónomo eléctrico.
Puede verse una prueba, que damos, hecha con el aparato fotoeléctrico.
Queda sobreentendido que los procedimientos de ampliación podrán prestar grandes servicios en la fotografía médica, y que suplirán á la insuficiencia de las pruebas que por una u otra razón no se hayan podido obtener en el tamaño necesario.
También podrá emplearse la fotografía para hacer constar el estado de ciertos órganos, á los que no se puede llegar. El examen de la retina, de los oídos y de la laringe se ha podido hacer con éxito; pero con aparatos especiales, naturalmente, y cuyo examen nos llevaría demasiados lejos.
Para terminar, citaremos un hecho referido por Vogel, y que pondrá seguramente en camino de nuevas investigaciones. Se trata de una señora que se hace retratar; en el revelado percibe el operador, con gran sorpresa, una cara acribillada de puntos, cuando el original no tenía la más leve mancha rojiza. Se hace un cliché nuevo, y se obtiene el mismo resultado. La señora murió de viruelas al siguiente día. La fotografía había descubierto, por decirlo así, la enfermedad antes aun de que hubiese afectado seriamente á la persona en cuestión y de que pudiera percibirse á la simple vista.
Es seguro que en las enfermedades de la piel, el objetivo, que percibe diversas coloraciones, sabrá poner en claro los cambios presentados en ella, que no pueden observarse á la simple vista.
Finalmente, señalaremos una aplicación interesante de la fotografía, que puede prestar buenos servicios, en el caso en que se use el método gráfico, lo cual sucede continuamente en medicina y fisiología, aplicación que consiste en la posibilidad de reproducir con precisión los diversos trazados que se han obtenido por el examen de tal ó cual órgano.
Lo mismo será si se quiere reproducir ejemplares de escritos de nerviosos; se ha hecho constar, en efecto, que, según, la naturaleza de la afección, la escritura está influida de un modo determinado.
Hacemos escribir á un enfermo en un cristal cubierto de humo. Lo negro desaparece por donde pasa la pluma. situamos entonces ese cristal sobre una placa sensible, y hacemos la exposición durante unos segundos, tomando como foco luminosos un haz de rayos paralelos. A pesar del espesor del cristal, la reproducción es de extremada finura.
Hemos creído conveniente señalar este experimento, porque puede prestar servicios en otras aplicaciones de la fotografía.
Finalmente, hay otro caso en que, sin la fotografía, no hubiéramos podido obtener nunca el resultado que buscábamos. Se trataba de un trabajo, hecho en compañía del Dr. Gilles de la Tourette, para analizar el modo de andar, correspondiente á las enfermedades del sistema nervioso; ofreciendo cada enfermo, según su afección, diferencias importantes en su marcha.
Obteníamos la huella de los pies del sujeto sobre tiras de papel de 8 ó 10 metros de largas. Si hubiera sido preciso reproducir esas huellas por un dibujante, el trabajo hubiese sido muy largo, y seguramente muy costoso, dejando á un lado los errores que hubieran sido inevitables.
La fotografía, en algunas horas, nos ha permitido hacer reducciones, en la escala deseada, con precisión absoluta. Damos un ejemplar de estos trabajos.” (LONDE, 1889, 215-224)