Morirse en Barcelona vale una pasta. Han subido tanto los entierros que los seguros de defunción apenas cubren la mitad del gasto. Parece que el Ayuntamiento de Barcelona pretende abaratar costes. Paralelamente las empresas privadas no paran de autopublicitarse con, por ejemplo frases como esta:
"¿Qué crees que hay después de la muerte?"
Yo creo que no hay nada bueno. Pero me gustaría creer en un paraíso fotográfico en dónde pudiera departir con los grandes genios de la fotografía y de la historia de la fotografía. Por otra parte tampoco estaría mal disfrutar de las siete vidas que, dicen, que tienen los gatos.