Líderes vecinales, urbanistas, sociólogos, políticos, periodistas y otros colectivos critican, y con razón, este proceso de acoso y derribo de las clases populares y medias que acaba espulsándolas de su vivienda y de su barrio. Ciertas zonas de la ciudad se ponen de moda y los habitantes de toda la vida tienen que poner tierra de por medio por no poder afrontar el aumento del nivel de vida, el acoso de las inmobiliarias y los ruidos, vómitos y otros excesos de turistas y otras gentes con ganas de diversión.
Los fotógrafos de toda la vida nos sentimos de alguna manera víctimas de un proceso que también no ha expulsado de nuestro barrio fotográfico. No se que nombre ponerle y acepto sugerencias. Al contrario que la gentrificación no se trata de un asunto elitista. Por el contrario la tecnología, la publicidad y la moda a facilitado el uso y el abuso de la fotografía. Estamos inundados de fotografías realizadas por personas que carecen de una formación fotográfica mínima y que en tiempos "analógicos" no se gastarían un duro en comprar carretes y positivar fotografías. A diferencia de los afectados por la gentifricación, los fotógrafos no acabamos de encontrar un espacio en el que reubicarnos. Digitalizarse al 100%, refugiarse en la fotografía fotoquímica o en la historia de la fotografía no nos garantiza nada.