jueves, 24 de junio de 2010

La cultura del ajedrez gigante

Pensar al aire libre ayuda a que nuestras neuronas no se oxiden. El aire libre evita que la cabeza se caliente demasiado. Movernos un poco mejora nuestra circulación y contribuye a que la vista no se debilite. Jugar al ajedrez gigante tiene muchos pros y ningún contra. Es necesario que de una vez por todas se normalice el ajedrez gigante como la variante del ajedrez más sano que jamás se haya practicado. El sentido común, la lógica y las verdades como puños deben prevalecer.
Es imprescindible fomentarlo. Entre quemarse la vista jugando por Internet y jugar una partidilla una tibia tarde de primavera no hay color.
Los ajedrecistas a lo grande no queremos integrarnos. No somos el pueblo elegido. Pero tenemos clara cuál es la mejor manera de jugar al ajedrez para niños que abusan de los videojuegos, para personas de mediana edad atareados y estresados y pata ancianos a quienes empiezan a fallarles las fuerzas y los sentidos. Todas las variantes del ajedrez tienen sus más y sus menos. Pero todo son bondades en el ajedrez gigante.