A medida que transcurría la charla de Úbeda crecía mi interés por tomar fotografías. Tras demasiadas semanas sin apenas fotografiar hice lo que pude con una cámara de bolsillo. El público mostró admiración, respeto e interés. Pero al mismo tiempo sentí vergüenza por ni poder tomar fotos como Koudelka, ni dar charlas como Úbeda