Las fotografías, como otros muchos asuntos, suelen causar
atracción, rechazo, indiferencia, cansancio o perplejidad. Muchas imágenes nos
enamoran a primera vista. Otras deben mirarse con lupa para dejarse atrapar por
su armonía, honestidad o encanto. La
accesibilidad resulta fundamental para que la pasión fotográfica pueda ser
correspondida. De otra forma se produce un malsano de amor platónico. Pero
gracias a la magia de la reproductibilidad no resulta difícil disponer de una
copia aceptable. Las pasiones fotográficas suelen ser compartidas. Esto sucede
hasta en los elitistas tirajes
limitados. En vano ciertos autores se empeñan en destruir negativos y crear
obras únicas. Los amores fotográficos son promiscuos, pero están libres de
enfermedades de transmisión sexual. La mayoría de las religiones son muy
anteriores a la invención de la fotografía. Casi todas las valoraciones
místicas no suelen ser dogma de fe. Pero tienden a sobrevalorar las fotografías
que potencian sus creencias y denigrar a las que lo ignoran o critican. En mi
juventud nos fascinaban las fotografías de laspersonas y de las cosas que nos atraían.
La selfimania exacerba el fotonarcisismo y condena al ostracismo a los
fotógrafos que saben retratar a las personas como dios manda. A mi lo que me gusta
de verdad es la tortilla de patatas.